domingo, 28 de diciembre de 2008

La tasa de sobrevida en cáncer de mama es cada vez más alta.‏

Fuente: Diario CLARIN


Lo que hasta hace algunos años parecía una contradicción, hoy se verifica con la contundencia de un hecho: el cáncer avanza, pero la muerte retrocede. La frase describe la situación actual del cáncer de mama en la Argentina: según los especialistas, la tasa de incidencia creció en los últimos 30 años, pero la mortalidad disminuyó progresivamente, llegando a más del 90% de curación en casos de más del 90% de curación en casos de tumores menores a un centímetro. La clave: detección temprana e importantes avances en materias de terapias y tratamientos.

"En 1975 se calculaba que 1 de cada 13 mujeres iba a tener cáncer de mama. Hoy, se estima que 1 de cada 8 va a desarrollar la enfermedad", dice el doctor Reinaldo Chacón, presidente de la Fundación de Investigación y Prevención del Cáncer. ¿Las razones? "No están claras todavía. Como ocurre con otros tumores, es probable que el aumento en la tasa de incidencia obedezca a varios factores: la alimentación, la caída en el número de hijos, los hábitos", sigue el oncólogo.

Se calcula que cada año se diagnostican en el país entre 15.000 y 20.000 nuevos casos, cifras que nos ubican en los niveles observados en países desarrollados. "Esta similitud responde a diferentes variables. Además de las cuestiones étnicas, compartimos usos y costumbres con Europa y EE.UU. Está vinculado a lo que comemos y a lo que hacemos", dice el doctor Simon Breier, de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer.

Para Miguel Bensadón, ginecólogo y especialista en mastología, se encuentra más porque se busca más: "la incidencia aumentó en edades más tempranas porque cada vez más mujeres jóvenes se hacen un control mamario periódico. El uso masivo de la mamografía incrementó el diagnóstico temprano de la enfermedad", celebra.

También en la Sociedad Argentina de Mastología admiten que ven más casos y en mujeres más jóvenes, pacientes que no tienen por lo general síntomas clínicos. "Ha aumentado el diagnóstico precoz. Y es lo ideal: concurrir al mastólogo antes de palparse algo extraño. Hay que prevenir", apunta el doctor Héctor Vuoto, su presidente.

La doctora Dora Loria, epidemióloga del Departamento de Carcinogénesis del Instituto Roffo, pone una luz roja sobre la alarma: "no hay una base científica epidemiológica que revele este aumento. Los registros que hay no son lo suficientemente rigurosos. Lo que sí observamos es una caída en la mortalidad de mujeres menores de 45 años", explica.

En menos muertes, coinciden. Acorralados por una batería de terapias exitosas, los tumores malignos y pequeños en la mama matan cada vez menos. Las estadísticas del Ministerio de Salud certifican que la tasa de mortalidad no ha acompañado el incremento en el número de casos: se mantiene en 20 cada 100.000 desde hace 30 años. "Acá no hay cifras, pero en los países desarrollados se cura entre un 5 y un 10% más de mujeres. Es muchísima gente", dice Chacón.

Los avances son alentadores. "Globalmente, el porcentaje de curación es del 50% o más, pero en tumores pequeños (de menos de 1 centímetro de diámetro) y con características de baja agresividad puede superar el 90%. La tasa de curación se asocia al tamaño tumoral al momento del diagnóstico, su extensión o no a los ganglios axilares y a características del tumor", agrega.

El descenso de la mortalidad se atribuye, según los expertos, a diagnósticos más precoces y al uso de tratamientos adyuvantes a la cirugía: "hormonoterapia, quimioterapia y, últimamente, al uso de anticuerpos monoclonales", sigue Chacón. Pero subraya: "Nada es más importante que la detección temprana. Elimina la necesidad de extraer la mama (mastectomía) y todos los ganglios axilares e incrementa las probabilidades de curación".

Las causas que disparan la enfermedad son múltiples. "El riesgo aumenta conforme la mujer envejece, pero tanto factores endógenos como exógenos aumentan su incidencia. Pesan los antecedentes familiares (en el 23% de los casos) y hay causas hereditarias (promedian el 9%, cuando en la familia no sólo hay cáncer de mama sino también otro tipo de cáncer). Pero la mayoría de los casos son esporádicos: en el 68% no hay historia familiar previa en al menos dos generaciones —explica Bensadón—. También aumenta el riesgo por factores hormonales (menarca y menopausia tardías, madre primeriza añosa), por dietas muy grasas y exceso de alcohol".

Hay factores que uno puede controlar y otros que nos exceden. Lo que indefectiblemente está en nuestras manos es la posibilidad de la detección temprana, algo que, además de minimizar la agresividad de los tratamientos, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

El examen físico y la mamografía son las primeras herramientas para detectar tumores pequeños y en estadíos iniciales. Y hay exámenes complementarios, como la ecografía, la resonancia magnética y las punciones (ver Cirugías,...).

"Es fundamental que la gente comprenda que cáncer no es una sola enfermedad y que ya no es necesariamente sinónimo de muerte", subraya Breier. "La tasa de sobrevida en cáncer de mama es cada vez más alta. Y está asociada, en general, a una consulta precoz y oportuna. El esfuerzo no es mucho y vale la pena".

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