EL AJO Y SU PODER CURATIVO
Ajo, todo en uno para el cuidado de la familia
por Pablo de la Iglesia, Ph. D.
El ajo es uno de los remedios populares más utilizados a lo largo de la historia y hoy día está entre los más estudiados por la ciencia, comprobándose la mayor parte de las propiedades que se le atribuyen.
La parte utilizada son los bulbos, a los que suele llamársele “cabeza”; en ellos encontramos aceites esenciales y principios activos antioxidantes, antibióticos, etc.
Entre sus indicaciones podemos destacar su papel regulador de las Prostaglandinas; esta no es una propiedad muy conocida pero tal vez sea la más importante. El ajo inhibe la producción de Prostaglandina E2, la cual está implicada en los procesos inflamatorios en general, alérgicos y autoinmunes. Como estrategia antiinflamatoria es recomendable ingerir preparados de ajo junto con los de Aceites de Pescado o Lino (Omega 3) y Aceite de Onagra o Prímula (Omega 6), para que los efectos sean completos; esta trilogía está indicada en enfermedades como Esclerosis Múltiple, Escleroderma, Psoriasis, Artritis, Cáncer, Sida, alergias, diabetes, hipertensión, lipidemias, debilidad inmunológica. .. Esta combinación de nutrientes es la forma más inespecífica que conozco para abordar con recursos potentes un gran número de enfermedades, puesto que estamos influyendo en el metabolismo de todas y cada uno de las células que hay en el organismo; en cualquier caso, el ajo por sí solo ya es efectivo.
Siempre me pregunto que pasaría si todos comieran dos o tres dientes de ajo al día; imagino que el impacto social sería impresionante (¡y no me refiero al hecho de que tendríamos menos ganas de besarnos!) y que la utopía de la erradicación de las enfermedades infecciosas estaría un poquito más cerca. Como un antibiótico y antiséptico general actúa probadamente frente a organismos tales como la “Escherichia Coli” (disbacteriosis intestinal e infecciones urinarias), “Salmonella typhi” (causante de fiebre tifoidea e infecciones intestinales) , “Shigella dysenteriae” (disentería bacilar), “estafilocos y estreptococos” (forúnculos e infecciones de la piel), hongos levaduras y algunos virus.
¿Quién no durmió con un ajo debajo de la almohada? Sus cualidades antiparasitarias son las más conocidas, actuando especialmente contra los oxiuros (gusanos blancos, redondos y pequeños) que suelen infectar a los niños; en estos casos puede consumirse o administrarse en forma de supositorios.
Por su capacidad hipoglucemiante, es muy beneficioso para los diabéticos de todo tipo, amén de proteger contra las patologías neurológicas y cardiovasculares asociadas a esta enfermedad.
Como cardioprotector; su acción se debe a sus propiedades vasodilatadoras, antiagregante plaquetario, hipotensor, antioxidante y antiesclerótico; siendo las enfermedades del corazón la principal causa de muerte en el mundo, el ajo se presenta como un recurso inestimable.
El ajo es un estimulante del la actividad de las células defensivas del organismo, las cuáles pueden ser inducidas a atacar con más éxito las células cancerosas; también se usa con buenos resultados en el tratamiento del Sida.
El ajo puede ser utilizado de la siguiente manera:
Supositorios: indicados para combatir los parásitos intestinales; normalmente se utiliza el extracto seco a razón de 100 a 250 mg. por unidad; mucho más práctico y accesible, es la aplicación por el ano de un ajo crudo untado en aceite de oliva virgen extra.
Jugo: consumir 10 a 30 gotas por dosis, varias veces al día.
Tintura: consumir 30/40 gotas, 3 veces al día.
Uso externo: pomada compuesta por jugo de ajo y vaselina a partes iguales; se usa con fines antisépticos.
Ajomiel: se colocan 400 gramos de ajos machacados en una botella de cuello ancho, se añade igual cantidad de vinagre de manzana y agua hasta cubrirlos. Se cierra la botella y se deja macerar durante cuatro días, agitando vigorosamente tres veces diarias. Finalmente se cuela el preparado, se agregan 250 grs. de miel, se agita bien y el preparado está listo para consumir a razón de una a dos cucharadas soperas antes de las principales comidas; se conserva por alrededor de un mes en lugar fresco o en el frigorífico.
Ajoaceite: se emulsionan varios ajos machacados con aceite de oliva virgen extra hasta formar un pasta tipo mayonesa, y se dejan reposar dos o tres días.
Decocción: se hierve una cabeza de ajo en un litro de agua durante cinco minutos y se beben tres tazas diarias; esta preparación pierde parte de las propiedades del ajo pero se evita el mal aliento y el olor corporal.
Enemas: se preparan a razón de dos o tres cucharadas de ajoaceite por litro de agua.
Crudo: se mastican de uno a tres ajos, preferentemente en ayunas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario